inteligencia artificial más preguntas que respuestas

La inteligencia artificial: más preguntas que respuestas

Miguel Gonzalez-Gallarza, Emprendedor

¿Os imagináis que Gutemberg pidiese prohibir el uso de la imprenta? ¿Qué tiene la inteligencia artificial para que uno de sus impulsores iniciales pidiese la prohibición de su desarrollo? El 29 de Marzo de 2023, el investigador americano Eliezer Yudkowsky publicaba una tribuna en la revista Time en la que pedía cerrar definitivamente todos los GPU clusters, lasenormes granjas de ordenadores que refinan continuamente los modelos de Inteligencia Artificial (IA). La petición puede parecer abusiva, pero en 2008 al mismo Yudkowsky ya le preocupaba que, si desde el principio no se establecían objetivos muy claros para el desarrollo de la IA, los mecanismos autónomos de toma de decisión de esa IA podrían ir desarrollando incentivos para dañar a los humanos.

La inteligencia artificial como salto tecnológico

La reciente explosión en el uso y notoriedad de la IA se debe principalmente a los avances del laboratorio OpenAI en su modelo GPT (Generative Pre-Trained Transformer) en el ámbito del lenguaje. Hasta el lanzamiento de GPT, el desarrollo de la IA se centraba en el aprendizaje profundo (deep learning) en grandes conjuntos de datos y se utilizaba sobre todo para detectar fraudes, averiguar correlaciones en comportamientos de usuarios, etc.  Por lo tanto se limitaba al ámbito académico o del análisis de datos a gran escala y era necesario ser experto en programación algorítmica para interactuar con ella.

El modelo GPT aplica el aprendizaje profundo al procesamiento natural del lenguaje (natural language processing), que es la técnica computacional que analiza y sintetiza los mecanismos del lenguaje. Tras casi cuatro años de desarrollo hasta su lanzamiento, ChatGPT es capaz de interpretar el lenguaje y generar respuestas a peticiones del usuario en lenguaje natural, refinando continuamente su precisión en base al feedback que recibe, siendo el primer modelo de IA accesible a todos, sin necesidad de ningún conocimiento de programación.

Desde su lanzamiento hace menos de un año, la IA generativa ya ha impactado a prácticamente todos los sectores de la economía y la mayoría de industrias están ya aplicando modelos de IA. Algunos expertos ya comparan la IA a tecnologías tan disruptivas como la imprenta, la máquina de vapor o la electricidad, en la medida en que se basa en una infraestructura necesaria para asegurar su funcionamiento pero la diversidad de aplicaciones es inmensa y no deja de crecer.

Igual que toda tecnología disruptiva, la IA tiene una materia prima principal, que son los datos. Estos datos deben ser almacenados y procesados para poder alimentar un “modelo fundacional” (foundational model) que es el algoritmo que se va construyendo en base al feedback que recibe sobre grandes cantidades de datos. El “entrenamiento” del modelo requiere una gran capacidad de computación y a su vez de energía. Con suficiente desarrollo, el modelo despliega soluciones en base a inputs con una calidad similar o incluso superior a la de un humano.

En base a esta infraestructura básica, la IA es hoy capaz de desarrollar herramientas de traducción de texto, asistentes virtuales para tareas, redactar contenido en base a instrucciones y muchas aplicaciones más.

La lista de tareas que hasta ahora solo podían realizar los humanos se va reduciendo, al tiempo que surgen nuevas posibilidades que los humanos ni siquiera podríamos imaginar: iteraciones sobre dibujos en cuestión de segundos, síntesis instantáneas de cientos de páginas de documentos, programación de soluciones tecnológicas en base a instrucciones verbales, etc. Por ambas razones, la IA cambia fundamentalmente nuestra relación al trabajo, sobre todo intelectual. Mirando a los próximos años, parece evidente que cualquier profesional intelectual debe poder utilizar soluciones de IA generativa en su día a día, no porque la IA como ente le sustituya en su trabajo, sino porque sus competidores equipados con IA serán mucho más eficaces.

¿Un gobierno para la inteligencia artificial?

Si bien son ya muchas las iniciativas para frenar, enmarcar o regular el desarrollo de la IA a diferentes niveles, los progresos de los diferentes modelos parecen imparables.

Las Big Tech se han lanzado a la carrera de la IA, empezando por Microsoft que empezó a colaborar con OpenAI en 2019 y ha llegado a inyectar 13.000 millones de dólares para controlar sus desarrollos futuros. Google ha lanzado progresivamente su asistente virtual Bard, que se apoya en toda la serie de productos (mail, búsqueda, herramientas de trabajo etc), Meta (ex-Facebook) tiene su modelo Llama-2, Amazon ha comprado ell laboratorio que ha desarrollado el asistente Claude y hasta Elon Musk ha lanzado la compañía xAI.

En una tecnología tan omnipresente como la IA, el nervio de la guerra está en el desarrollo de los “modelos fundacionales”, que son el principio activo de la IA. Cada Big Tech americana tiene ya el suyo y en Europa se ha abierto la carrera para crear un modelo que pueda competir con ellos. Por ahora la startup francesa Mistral, fundada en 2022, parece la más indicada al ser capaz de reclutar el mejor talento tecnológico europeo, que hasta ahora ha preferido mayoritariamente trabajar en la Costa Oeste para las Big Tech. En China, los gigantes tecnológicos también han lanzado sus modelos fundacionales, especialmente Tongyi Qianwen lanzado por AliBaba y Hunyuan lanzado por Tencent.

En un contexto de carrera tecnológica y económica, sigue sin resolverse la cuestión del alineamiento de la IA: ¿cómo nos aseguramos de que los modelos de IA se utilicen para el bien de la humanidad? Para ello, hay que poder definir valores y preferencias humanas en estos modelos y ésta precisamente es la tarea más complicada, porque si bien cada gobierno nacional está empezando a marcar pautas para el desarrollo de la IA en sus territorios, a día de hoy no existe un marco global más allá de una recomendación del Secretario General de Naciones Unidas en 2021 de “asegurarse de que respete los valores globales comunes”.

Una oportunidad para reflexionar sobre la condición humana

La pregunta del alineamiento de la IA se hace tanto más acuciante cuanto que nos acercamos necesariamente al estadio de desarrollo que los expertos llaman “inteligencia artificial general”, AGI por sus siglas en inglés. En este estadio potencial se considera que la IA puede realizar las mismas tareas que un humano con la misma eficacia, pero sobre todo que la IA es consciente de sí misma y puede tomar decisiones propias más allá de las instrucciones recibidas. En la comunidad de desarrolladores de la IA ya se está debatiendo cómo deberíamos adaptarnos al advenimiento de la IA: ¿deberíamos asegurarnos de que nunca se alcanza la AGI? ¿deberíamos al contrario aceptar ese advenimiento y a la AGI como una forma de vida alternativa y superior a la raza humana? ¿debería la AGI tener derechos propios?

Con esos debates servidos, es de esperar que los modelos de IA sigan desarrollándose a gran velocidad y que los grandes actores tecnológicos sigan copando este nuevo mercado – aunque en el ecosistema emprendedor la IA está siendo una gran oportunidad para crear nuevos modelos de negocio, en España destacan LuzIA, que pretende acercar la IA a todo tipo de usuarios y CliBrain, que está construyendo LINCE, el primero modelo fundacional basado en lengua española.

También es de esperar que afloren consecuencias negativas de la IA, como los deepfakes (vídeos realizados con IA) o todo tipo de suplantaciones de identidad y fraude, lo cual nos obliga como sociedad, a falta de un sistema de control y regulación, a construir mecanismos de defensa que nos protejan en la medida de la posible, igual que se ha demostrado necesario con el uso de las redes sociales en los últimos años.

Con todo, la IA es sin duda un amplificador muy potente de todas las evoluciones de nuestra sociedad, en el mundo del trabajo, en las relaciones sociales, en la política y la gobernanza. Por eso su desarrollo constituye una oportunidad inédita para reflexionar sobre lo que nos hace humanos, qué es lo que tiene realmente valor para nosotros y qué aspectos de nuestra vida no pueden ser sustituidos por una solución basada en IA.

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