entramos en la era digital

Entramos en la Era Digital

Almudena Gomez de Cecilia, Asesora de la Fundación Troa

Los grandes descubrimientos han marcado la Historia y la forma de vivir de la sociedad que ha tenido que adaptarse a los cambios que se iban introduciendo a consecuencia de esos descubrimientos. La imprenta, la maquinaria industrial, la electricidad, el motor de gasolina y la aviación, dieron origen a una nueva etapa para la Humanidad entera que modificó para siempre su modo de entender la vida. En los inicios del Siglo XXI nos encontramos ante el umbral de una nueva revolución tecnológica de gran envergadura derivada del desarrollo de la tecnología digital y la robótica. Lo que empezó con los primeros ordenadores dotados de procesadores muy rudimentarios que funcionaban casi como máquinas de escribir un poco más sofisticadas, fue evolucionando hacia herramientas capaces de realizar tareas cada vez más complejas y gestionar volúmenes de datos cada vez mayores

Aunque las primeras investigaciones fueron de carácter científico, muy pronto se vieron financiadas por empresas del sector privado que empezaban a detectar oportunidades de negocio derivadas de la aplicación de esas nuevas tecnologías. Los primeros proyectos de Internet, se realizaron en las universidades en los años 60 del Siglo XX y en 1990, un científico británico, creó el primer protocolo para implantar la World Wide Web. A partir de ahí el desarrollo fue muy rápido, centrado en los usos comerciales de aquel invento que presentaba unas posibilidades de crecimiento potencial casi ilimitadas. A esto se añadió la aparición de Microsoft que desde 1985 empezó a lanzar aplicaciones para uso en oficinas, permitiendo que millones de usuarios, al utilizar el mismo sistema operativo, pudiesen compartir archivos e información en un formato sencillo y fácilmente accesible. De forma paralela y a partir de 1972, una empresa alemana fundada por empleados que habían dejado IBM para crear su propio negocio, conocida por sus siglas como SAP, fue desarrollando software capaz de procesar las ingentes cantidades de datos que se generaba mediante el intercambio de información entre empresas y clientes, de manera que se pudieran analizar y utilizar para la toma de decisiones empresariales. Esta capacidad, junto con la automatización de procesos logró un gran avance en la forma de hacer negocios, que permitió la creación de gigantes como Amazon. No sólo cambió el comercio, otros sectores pasaron también a una casi total digitalización como es el caso de la banca, que ya en el año 2000 empezó a habilitar entornos operativos para que los usuarios pudieran realizar por sí mismos el mayor número posible de transacciones sin acudir a la sucursal.

La siguiente fase fue dotar a los procesadores de capacidad relacional de manera que pudieran asociar datos complejos y utilizar el lenguaje de forma semejante a como lo hacemos los humanos. Esto es lo que se conoce como inteligencia artificial. Aunque la difusión masiva sea reciente, el primer prototipo de bot que empezaba a inter actuar con humanos data de 1966 y respondía al nombre de Eliza. Al principio sólo servía para dar respuestas muy limitadas dentro de los conceptos introducidos en la programación. Posteriormente se ha llegado a conseguir que puedan realizar tareas más complejas como leer un texto y archivar los datos, por ejemplo, de una factura para la contabilidad. En su desarrollo actual, llegan a aprender de los errores y avisar al ser humano para evitar que ocurran. Las aplicaciones de la inteligencia artificial son múltiples, sirve de ayuda en la cirugía, la enseñanza, la automoción, realizan tareas repetitivas de muchos sectores industriales y en forma de chat interactivo con preguntas y respuestas ayuda en tareas comerciales y de post venta.

Ante todos estos avances la sociedad ha reaccionado aprendiendo a gestionar sus relaciones con las nuevas tecnologías que para los más jóvenes son algo natural, pero en los mayores pueden generar desconcierto. Existe además en algunos sectores de la población cierto temor derivado de considerar la robotización como competidor del trabajador humano y se mira con recelo la posibilidad de que un robot pueda sustituirlos y reducir su demanda.

En este sentido es necesario recordar que todos los avances tecnológicos, desde la electricidad a los viajes espaciales, han multiplicado el número de oportunidades de negocio, empresas y puestos de trabajo. La inteligencia artificial no se programa a sí misma. Es el ser humano quien la crea, la perfecciona y dirige sus acciones. Si desaparecen algunos oficios, como ocurrió con los fabricantes de velas, la nueva tecnología que aparece, electricidad, coches, aviones o robots, crean millones de nuevas profesiones. La imagen del mundo poblado de robots que pueden sustituir a sus creadores o rebelarse contra ellos, es propia de la ciencia ficción y carece de fundamento. La automatización y la inteligencia artificial son herramientas al servicio de los trabajadores que agradecen tener máquinas mejor preparadas para satisfacer los requerimientos del ser humano. Contar con procesadores inteligentes en lugar de enfrentar la torpeza de las máquinas limitadas e incapaces de respuestas complejas, es siempre una gran ayuda en cualquier actividad. Por eso, es crucial para la economía actual avanzar en la digitalización en todos los ámbitos, para ganar en eficiencia y productividad que son los fundamentos de la riqueza y prosperidad en cualquier época.

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