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Aula verde del futuro: la tecnología, sin las personas, no resolverá la crisis ambiental

Antonio Cano, Director del Aula de Educación Ambiental

¿Alguna vez te has parado vemos en los medios, o tales que habitualmente a analizar las discusiones o debates medioambienlos que surgen en reuniones cotidianas? En ocasiones, las respuestas que damos obedecen a patrones similares y van dirigidas a eludir la responsabilidad individual. Podemos reflexionar sobre algunas de estas respuestas.

Una es la autoexculpa; frecuentemente oímos justificaciones basadas en argumentos como el de que otras personas, organizaciones, empresas o administraciones, son más culpables que nosotros, y por ello, deben ser otros los que cambien. Es posible que este tipo de discursos nos permitan descansar frente a la culpabilidad y nos alivian en lo que hoy denominamos “ecoansiedad”. En cualquier caso, conviene recordar que todos somos el problema y todos somos la solución.

aula verde del futuro pozuelo

Entre otras posibles respuestas recurrentes, aunque seguro que hay más, estaría la de que “la tecnología lo resolverá todo”; es cierto que la tecnología nos ofrece en este siglo unas herramientas impensables hace 40 años. Sólo hay que pensar en cómo nos ayuda a identificar los problemas y buscar las soluciones; la interconectividad o la capacidad de gestionar y analizar una enorme cantidad de información es parte de su potencial.

La tecnología nos ayuda a reducir nuestra huella de carbono y a caminar hacia un futuro en el que el cambio climático deje de ser la mayor amenaza ambiental para la humanidad. Podemos verlo, por poner un ejemplo, en las múltiples iniciativas que promueven una movilidad más sostenible. Las ciudades y nuestros propios móviles, emplean la tecnología de la información y de la comunicación para que el transporte sea más ecológico y eficiente. Los vehículos, por su parte, incorporan innovadores motores que los hacen más limpios.

Otro ejemplo lo vemos en la agricultura; gracias a la biotecnología, o incluso a la nanotecnología, es posible cultivar con el mínimo impacto ambiental. Es el caso de la reducción de los fertilizantes gracias a los conocimientos que hoy tenemos de la microbiota de la tierra y cómo ésta puede hacer que un suelo se convierta en autofértil. Estos conocimientos, recogidos en lo que denominamos agricultura regenerativa, están llamados a ocupar un puesto principal en la producción de alimentos en este siglo, limitando o eliminando un laboreo que, además de afectar los necesarios microorganismos, hoy sabemos que libera carbono a la atmósfera. Así, la tecnología, se fija en la naturaleza para crear nuevos desarrollos que favorezcan un suelo vivo, a través de procesos de bioinspiración. Científicos del puntero Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (UPM-INIA) de Pozuelo de Alarcón, nos informan de las investigaciones que, basadas en procesos de bioinspiración, avanzan en este campo.

Pero en los problemas complejos, de nada sirve la tecnología sin una visión holística que incluya un verdadero interés de cada uno de nosotros por el cambio; esto va asociado al desarrollo de un conjunto de valores humanos que la tecnología no puede aportar. De nada servirá la tecnología sin la determinación de
las personas para utilizarla a favor del medio ambiente.

Hace unos años, gracias a una investigación que desarrollamos en colaboración con la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible de la UNED, confirmamos que desde el Aula de Educación Ambiental generábamos, por encima del conocimiento, valores proambientales; valores intrapersonales, como la proactividad y el automejoramiento; valores interpersonales, como el altruismo o la convivencia armónica; o valores transpersonales, como la valoración de cada elemento de la vida. Todo ello se alcanza a través de la acción, el trabajo en red y el aprendizaje más emocional. De esta manera, es posible pasar, con determinación, de las palabras y el conocimiento, a la acción.

Con el fin de reforzar este vínculo entre la tecnología que nos puede socorrer y los valores proambientales que hoy sabemos promover,se ha generado un nuevo proyecto de educación ambiental dirigido al cambio, abandonando la mirada medioambiental más romántica y abrazando con entusiasmo el futuro; un futuro verde que utiliza la tecnología como motor de cambio.

Aula Verde del Futuro, emplazada en el Aula de Educación Ambiental del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón, es un nuevo espacio y recurso didáctico que utiliza una metodología activa que introduce la innovación y la tecnología aplicada al medio ambiente para resolver problemas complejos en los que las personas son protagonistas del proceso. El espacio se divide en diferentes áreas de trabajo diseñadas y dedicadas a la investigación de un problema, el diseño de la solución, la construcción de un prototipo y la comunicación de las conclusiones y resultados.

reduplastic aula verde del futuro

Aula Verde del Futuro ya acoge iniciativas singulares como la de Reduplastic, impulsada por un joven inventor, premio nacional de INJUVE, que con sus desarrollos tecnológicos es capaz de transformar un residuo, como son los plásticos, en objetos nuevos. En este espacio se presenta otra iniciativa exclusiva; el primer vehículo homologado de movilidad individual, de carga completamente solar que circulará por España y que pronto se cargará con el sol en un tiempo más reducido del que se precisaría con la red eléctrica. Y por no abandonar lo más verde, este espacio reúne a un grupo de mujeres emprendedoras que experimentan la tecnológica agricultura regenerativa, principios que esperamos hacer extensivos, no sólo a nuestros huertos de ocio, sino a otros muchos espacios verdes. Todo ello para “seguir cultivando” el necesario y tecnológico cambio, que ya no sólo es importante, sino urgente y en el que todos somos imprescindibles.

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